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Por Dr. Jorge Schvartzman

Película norteamericana de 2013 de Spike Jonze el director de entre otras: "¿Quieres ser John Malkovich?"

Film imprescindible para ver y reflexionar, nos muestra un futuro que ya es nuestro presente.

De excelente factura cinematográfica, dentro de un paisaje futurista estilo no-lugar que provoca una extraña sensación de aislamiento con un actor que en todo momento se encuentra frente a la cámara.

Plantea dos cuestiones: los nuevos adelantos tecnológicos y la manera en que el ser humano se relaciona y evoluciona con ellos.

Encontramos a Theodore (el magnífico Joaquin Phoenix) una persona solitaria que acaba de pasar por un duelo amoroso cuyo trabajo consiste en escribir cartas de amor para otras personas.

Él vive rodeado de aparatos tecnológicos descubriendo un día un nuevo sistema operativo: Samantha, en la voz susurrante de Scarlet Johansson.

Aparecen en esta película un festival de cuestiones afines a nuestra profesión como la soledad en esta época, el encuentro (o desencuentro) amoroso y cuestiones relativas al deseo.

Y también la existencia de seres artificiales y la muy cercana interacción con ellos.

Es cierto que ya escuchamos la voz gallega de nuestro GPS y la impersonal de SIRI el conocido ayudante del iPhone, pero acá aparece un programa que logra una Inteligencia Artificial que se comunica con Theodore, lo acompaña y hasta lo ayuda a resolver problemas en su vida.

Y Theodore se enamora de Samantha.

En este presente-futuro ya hay seres artificiales, sin un cuerpo material.

Donde las máquinas intentan cada vez más interactuar con nosotros.

Es la natural evolución del Hal 9000 de "2001, Odisea del Espacio" de Stanley Kubrick (1968) a la Samantha de nuestra época.

Como muy bien le dice su ex esposa a Theodore sin asombrarse por su elección:" elegiste algo ideal para vos, evitaste tener los naturales e inevitables conflictos humanos que se producen cuando dos personas se relacionan".

Como dato para lo cinéfilos podemos encontrar en esta película una alusión al personaje solitario y engañado en el amor, James Stewart de "Vértigo" la película de Hitchcock.

Y como detalle curioso si observamos con detenimiento el frágil Theodore es lo más parecido a una máquina, en cambio el sistema operativo se acerca en sus comentarios a lo humano.

Como psicoanalistas podemos preguntarnos si Theodore establece esa conexión virtual para desconectarse de su mundo real.

Y si podemos hablar de amor entre un ser humano y un sistema operativo como se promociona la película o es otra cuestión: sólo una ilusión amorosa, un enamoramiento, sobre un cuerpo inexistente con una voz seductora, con respuestas siempre gratificantes donde todas las fantasías maravillosas sobre un otro son posibles.

Esta película nos brinda una particular e intrigante situación afectiva que seguramente muy pronto veremos en nuestro consultorio.